viernes, 8 de mayo de 2020

El lado siniestro de la luna

Puto Jim Mickle

Cuando te acercas a un producto que lleva la firma de un tipo como Jim Mickle, sabes que no vas a ver cualquier mierda. Su filmo está ahí, para atestiguarlo. Nos encontramos ante un artesano del género, que hace que historias de serie Z pasen como una gran producción sin tiritar lo más mínimo. Así, meses después, decidí echar mano a Netflix para ponerme al día con la obra del artista de Pensilvania, ya que In The Shadow of the Moon se me pasó en su día, cuando se estrenó en la plataforma.

Los acontecimientos comienzan 1988, con el oficial de la policía de Philadelphia Thomas Lockhart (interpretado por el chico-Narcos Boyd Holbrook) ansioso por convertirse en detective, comienza a seguirle la pista a una serial killer que misteriosamente resurge cada nueve años. Cuando los crímenes empiezan a desafiar cualquier explicación científica, la obsesión por descubrir la verdad amenaza con destruir su carrera, su familia y, posiblemente, su cordura.

Tras la estopa que repartió Mickle en Frío en Julio y viendo como avanzaba su carrera, esperaba de esta nueva cinta un pase más al frente, es decir, otra propuesta tan dura y amarga como divertida, pero si era posible ir un poco más allá. La película empieza ilusionante, con una serie de crímenes sobrenaturales especialmente sangrientos y coqueteando con el noir y el buddy film, por lo menos hasta su mitad. También recurre a reminiscencias cyberpunk, y es que ya en sí, el arco argumental se nutre bastante de este subgénero.


Por otro lado, se hace especialmente visible el paso del tiempo, los cambios de décadas que van aconteciendo según avanza la trama y según la asesina va haciendo de las suyas. Pero misteriosamente, desde el ecuador en adelante la peli va perdiendo el interés, algo que no debería de ocurrir con una historia tan evolutiva como esta. Cuanto más se inmiscuye el protagonista en el caso y según más se van destapando pistas de los asesinatos, más monótona y anodina se vuelve. Algunos de los personajes están metidos con calzador y joder, de verdad que me duele, pero el final, aunque imaginativo es como “pffffff”. El colmo de la corrección política, algo eso sí que no me sorprende debido a la naturaleza de la asesina (mujer y negra) pero que si me sorprende dada la personalidad que Mickle siempre ha mostrado en todos sus proyectos. Aun así, cierra con una especie de alegato en forma de protesta o como mínimo de invitación a reflexionar y, que una película que incluye viajes en el tiempo te haga pensar sobre errores sociales históricos es bastante interesante.

La verdad es que no sé qué cojones. No se si me ha gustado. Sí y no.  Qué raro. Yo pido el VAR.


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