Extremismo no tan extremo
Desde que vi Revenge siempre quise hacerle una reseña. Es una peli que me dejó algo dentro que me persigue. Para mi gusto no es el típico rape & revenge, pero si. Es difícil de explicar y, voy a seguir quedándome con las ganas de hacerlo, ya que ni aquí, en mi propio blog, lo haré. El invitado de este viernes es Víctor LeSaint, alias El Fotógrafo del Pánico, un tipo con el pelo largo (lo cual no ayuda a que no levantemos suspicacias sobre su forma de ganarse la vida) que debuta pegándole un buen repaso a la película de Coralie Fargeat.
Cuando me dispuse a ver Revenge
(Venganza en español), película francesa estrenada en 2018 y
dirigida por Coralie Fargeat que, por cierto, llegó a mis manos gracias al
ilustre y campechano moderador de este afamado sitio web, esperé encontrar una
historia realizada de tal forma que pudiera incluirse dentro del misticismo que
rodea al extremismo francés, formato con el cual algunos directores de este
país parecen estar obsesionados por crear un subgénero en sí mismo.
El argumento, como ya el título
de la película descubre, se desarrolla en un clásico “rape and revenge”,
subgénero del gran cine de explotación que tantas alegrías nos ha regalado.
Matilda Lutz, conocida por aparecer en Rings, tercera película de la
franquicia The Ring, interpreta a Jennifer, “obligada” a cargar con la
cruz a sus espaldas hasta llegar a convertirse, casi, en una superheroína de
cómic, derrotando a sus enemigos uno a uno hasta alcanzar su liberación final.
Con estos elementos, Fargeat crea
una historia con grandes pretensiones a la hora de mostrar cierta denuncia
social hacia un tema bastante candente en nuestros días, como son las
cuestiones de igualdad de género. Utiliza tres personajes masculinos (interpretados
por Kevin Janssens, Vincent Colombe y Guillaume Bouchède) para llevar a cabo la
degradación a la que es sometida la única mujer de la película, la cual resurge
literalmente de sus cenizas utilizando el peyote como aliado para aliviar la
sensación de dolor.
Es aquí, en la transformación que
sufre Jennifer, donde podemos apreciar esos tintes de extremismo francés. La
crudeza con la que la cámara retrata el cuerpo desfigurado de la chica pretende
ajustarse a ese terror tan corporal y violento que, al igual que en películas
como Dans ma peu o Dentro de la piel en español, de Marina de Van
(que protagonizó sus propios designios como guionista y directora) es utilizado
irremediablemente en la mayoría de películas pertenecientes a esta corriente
para mostrar una cara más grotesca (aún si cabe) del gore más tradicional.

Quizá el último elemento que
faltó en la pócima de Revenge y lo que hace que no se convierta en un
referente directo del extremismo francés, fue la falta de estreno en el
Festival de Cannes y los consiguientes desmayos y abandonos de sala antes de
terminar la película que debería haber provocado entre el público, como sí hicieron
la mayoría de sus antecesoras, siendo Mártires de Laugier e Irreversible
de Noé las que mejor representaron este fenómeno.
Revenge fue bastante
entretenida pese a no representar esa corriente francesa de forma tan cruenta
como yo quería y casi necesitaba. Seguiremos esperando más recomendaciones de
la maquiavélica mente propulsora de este antro cibernético para su posterior
divagación, que no divulgación.
Víctor LeSaint
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