Splice, que algún idiota re-tituló en España como Experimento mortal, tiene una ficha técnica de las que no necesitan presentación; Vincenzo Natali (director y co-guionista), Guillermo del Toro (productor ejecutivo), Adrien Brody y Sarah Polley (protagonistas), o Gregory Nicoreto, Howard Berger y el resto del gran equipo de la KNB (efectos especiales y maquillaje). Además, está adscrita a la ciencia ficción, género en el que Natali se maneja sin problemas y con el que nos ha ofrecido más de una joyita, aunque su película más redonda siga siendo Cube (1997), sorprendente opera prima. Lo malo de tener un equipo así es que las expectativas son crecientes a medida que avanza el proyecto. De este modo, al llegar a las salas, las diversidad de opiniones y el nivel de decepciones puede ser, cuanto menos, radical. Esa es la situación que vivió Splice, y no fue del todo justa.
Ante todo, puede que estemos ante la película más comercial de su
director. Esto no quiere decir que se trate de un producto mainstream al uso,
sino que debido a un presupuesto (30 millones de dólares) mayor a lo
acostumbrado, se permite mayores concesiones y un tono en parte más asequible
para el gran público que en la citada Cube u otras como Cypher (2002) o Nothing
(2003). De ahí que haya contado con una distribución masiva por primera vez en
su carrera, y un estreno mundial sin escatimar en publicidad. Sin lugar a
dudas, un arma de doble de filo, pues entendamos que, salvo por el clímax final
y sin entrar en comparaciones con lo anterior de Natali, no deja de ser una
propuesta (un poco) difícil. Por ello, es preferible que el espectador poco
asiduo a estos derroteros no se deje engañar por uno de los carteles que rezaba
un típico "Hará lo que sea para conquistarte", después de leer
"Del director y los productores de El laberinto del Fauno
y...Transformers".
La historia obedece paso a paso, y con una diferencia bien marcada, los
actos básicos:
No hace falta confirmar que habrá algún SPOILER.
Comienzo: Concepción del experimento. Natali va al grano, y a poco del
inicio nos presenta a la futura Dren; un trucaje digital realmente detallado y
creíble (los chicos de KNB se han lucido) que vemos en movimiento por primera
vez en una secuencia homenaje/plagio al famoso ataque de la cría alienígena a
Nutz y Ripley en Aliens: El regreso (Aliens, 1986). También conocemos a los
protagonistas humanos, y no sé si será porque la visioné doblada (pido
disculpas) o porque era la intención de su responsable, pero Brody y Polley
resultan cansinos y sobreactuados.
Nudo: Dren, que ha sido bautizada de ese modo dando la vuelta a Nerd
(¡!), ha crecido. Lo que antes era un bebe cabezón con inmensos ojos, ahora es
una atractiva (entiéndase, de cuerpo curvilíneo y apariencia extrañamente
hipnótica, pero sigue siendo un bicho) criatura de elevada estatura y facciones
más humanas, cuyo cuerpo y rostro sin trucar corresponden a la actriz Delphine
Chanéac. Es aquí cuando toman forma debate y crítica al mundo de la clonación y
experimentos con células de variada índole. Aquello del bien o el mal o de
creerse Dios. El mensaje del filme, vaya. En esta parte, al ser Dren madura,
empieza a experimentar el deseo (por Brody), y esto descarrila en una grotesca
y surrealista escena de sexo que, desde ya, es para John Trent (un servidor) la
más divertida y original que nos ha ofrecido el celuloide desde la del espejo
en Instinto básico.
Desenlace: Es la parte más floja. La atmósfera intimista e incluso
atrevida que rodeaba la película hasta el momento, queda diluida en un clímax
convencional. Supongo que la intención era contentar al mayor número de
espectadores metiendo un poco de acción y de correr para aquí y para allá. Algo
que en otro tipo de película hubiese funcionado, pero no cuaja con lo propuesto
en la hora y media anterior. No obstante, este desenlace guarda alguna
situación con mala leche y unos efectos especiales notables.
La conclusión es que Splice está llena de errores y virtudes. Es tan
entretenida como uno se muestre predispuesto a disfrutarla; o tan aburrida o
ridícula como uno crea según sus expectativas anteriores o mala información. En
lo personal, un producto de ciencia ficción digno, de factura visual
arrebatadora, buenas ideas en ocasiones bien resueltas y con suficiente carga
argumental nítida e interesante para el debate. Aunque sigo dándole vueltas al
por qué dos buenos intérpretes como Brody y Polley se pasan media película
haciendo gestitos.
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